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IV Debates de actualidad. Sociedad hiperactiva

Los medios de comunicación, en su tendencia a la estandarización homogeneizante de la vida y del malestar, difunden clasificaciones del padecimiento que en ocasiones devienen auténticas epidemias. Frente a esta inercia, que conlleva la constante sustracción del sujeto, la clínica del caso por caso toma en cuenta la causa del malestar. De esta manera, el psicoanálisis, a la vez que realiza una clínica desegregativa en la que rescata lo propio de cada sujeto, obtiene un saber que le permite llevar a cabo una lectura rigurosa del malestar en la civilización actual.
En nuestros debates, a partir de las coordenadas del discurso analítico, analizaremos diversos aspectos de la actualidad para extraer la lógica que nos permite orientarnos frente a estos fenómenos.
Comisión de organización: José Manuel Álvarez, Laura Canedo (responsable), Jose Castillo, Mª José Freiría, Mari Cruz Fernandez y Victoria Vicente.
Presentaciones
Graciela Esebbag: “TDAH: Un modelo para desarmar”
Jorge Sosa: “Unas gotitas de castración”

CALENDARIO

Viernes 30 de noviembre de 2007 a las 20:30 h


13 de enero de 2006
¿Violencia juvenil?

28 de abril de 2006
Neo@dicciones

24 de noviembre de 2006
La cuestión femenina

30 de noviembre de 2007
Sociedad hiperactiva
Título
IV Debates de actualidad. Sociedad hiperactiva
Fecha
30/11/2007
Horario
20:30 h.
Participantes
Graciela Esebbag: “TDAH: Un modelo para desarmar”
Jorge Sosa: “Unas gotitas de castración”
Descripción
El pasado viernes día 30 de noviembre tuvo lugar el “IV Debate de actualidad” en la sede de Barcelona de la Comunidad de Cataluña de la ELP. La fórmula con que se anunciaba el tema escogido para este día, “Sociedad hiperactiva”, mostraba ya que no es posible hablar de la hiperactividad sin tener en cuenta las coordenadas del mundo en el que vivimos.
Mª José Freiría, miembro de la comisión de organización, abrió el espacio. Después de hacer un breve recorrido por los debates anteriores: “Violencia juvenil?”, “Neo@adicciones”, y “La cuestión femenina”, se centró en dar algunas coordenadas de nuestra sociedad, hipermoderna, hiperconsumista, y de tratamientos hiper-rápidos contra las hiper-epidemias. Una sociedad, dijo, que excedida en procedimientos de evaluación, clasificación, normativización y control de la salud, genera nuevas patologías y rechaza toda dimensión subjetiva.
Una vez más en nuestro debate abierto a la ciudad tuvimos ocasión de, entre un gran número de participantes, interrogar las certezas que proliferan, así como de construir nuevas respuestas posibles. Eso fue a continuación de escuchar las presentaciones de los invitados, Graciela Esebbag y Jorge Sosa, que presentaron sendos trabajos, tomando para ello esbozos de su experiencia clínica en la red pública de Salud Mental.
Graciela Esebbag inició su presentación: “TDHA: un modelo para desarmar”, tomando una escena del film Blade Runner en la que la diferenciación entre replicantes y humanos se hace problemática en la sociedad futura imaginada, a partir del momento en que se inserta a los primeros una historia, una genealogía y unos recuerdos.
A continuación hizo un breve recorrido por los 100 años de historia del actualmente llamado “Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, TDA/H”, cuya efervescencia se inicia en los años 80 de la mano de la promoción por parte de los laboratorios farmacológicos del metilfenidato, un derivado amfetamínico. Concluyó este recorrido histórico, señalando la falta de rigor clínico con que psicólogos, pero también otros profesionales de la salud, de la educación e incluso personas del ámbito familiar, “diagnostican” este trastorno.
Con esas siglas llegan a diario a la consulta niños, frecuentemente sin historia clínica, y con la exigencia de ser curados de eso, TDA/H. Una de las cuestiones entonces para el psicoanalista es cómo hacer para reintroducir lo particular del síntoma del niño en estos casos. Ante esta pregunta, se construyen respuestas diariamente, nos decía. Graciela dio cuenta de ello en la práctica clínica del caso por caso, a partir de dos viñetas clínicas, pero además, propuso respuestas en red. Por un lado, nos decía, se trataría de crear espacios de conversación con los diferentes profesionales que trabajan con el niño para evitar que lo particular, su subjetividad, su historia, desaparezcan bajo el peso enorme del diagnóstico. Se trataría de participar en un diálogo que permita introducir dudas, cuestionar el pensamiento único, la biologización de los procesos psíquicos, la estandarización de los tratamientos, etc.
Por otro lado, y con esta propuesta concluía su presentación, se trataría de crear una red externa a los casos, que permita a padres, educadores, y en general, legos en la materia, sustraerse de la fascinación que les produce el influjo de palabras incomprensibles, espejismo del rigor científico del que carece lo que se promueve bajo las siglas TDA/H como una entidad neurobiológica. Sería la ocasión de volver a poner en el centro la pregunta sobre lo que le pasa al niño, cuyas respuestas se formalizan con rigor a partir de la efectividad de la clínica psicoanalítica en estos casos.
Jorge Sosa, bajo el título “Unas gotitas de castración” nos propuso una nueva mirada sobre la cuestión de la hiperactividad, planteando que, en muchos casos, de lo que se trata es de una deslocalización del goce pulsional, y proponiendo como respuesta clínica unas “gotitas de castración” que reintroduzcan cierta historización del sujeto, por contra a la respuesta farmacológica.
A partir de “El malestar en la cultura”, tomó el concepto de castración en Freud, destacando que el sujeto reprime, no debido a las exigencias de la cultura sino porque retrocede frente al deseo, es decir, porque renuncia al deseo de preservar una posición de goce infantil.
A continuación ubicó el rechazo de la castración, en tanto deja al sujeto desarmado frente al ideal de ser feliz, de modo que cuanto más se adentra en la búsqueda del goce por la vía del consumo, más vacío e insatisfecho se siente. Nos aclaró entonces que no se trata sólo del funcionamiento del sistema capitalista, sino de un circuito pulsional en el que no hay lugar para la falta, para el fracaso, para la pérdida, para el descanso, para la pregunta. Frecuentemente, un niño inquieto no es más el representante de un malestar que interese a los padres o al sistema educativo, no se tolera que pueda suponer un freno al ritmo que se lleva, sino que es considerado en ocasiones como el efecto de un cerebro enfermo al que interesa reducir su inquietud, hacer funcionar, haciendo callar esa verdad que habla en sus síntomas.
Un caso de su práctica clínica permitió dar cuenta de cómo la ocasión de una escucha atenta del niño permite a la vez ubicar el universo inquietante que lo habita, y el rechazo radical de esta verdad del sujeto por parte de sus allegados.
En este punto se dio la palabra a la sala y se inició un interesante debate, en el que participó un público procedente de diferentes ámbitos del mundo asistencial, y del que tomamos buena nota.
Se formuló la existencia de diferentes formas de inquietud del sujeto, incluyendo aquellos casos en que no aparecen claros los efectos del lenguaje sobre el cuerpo que permitirían construir un síntoma particular, como cuerpos habitados por un “lenguaje virtual”, sin déficit ni malentendido entre lo que se ve y lo que se dice.
Se planteó el vínculo que vemos en la clínica entre la “hiperactividad” y la angustia, y también la importancia de hacer una reflexión sobre la conveniencia de la prescripción del psicofármaco en el caso por caso, de cuyos efectos no tenemos aún una clínica construida. En este punto, se aboga en la sala por un uso de la medicación que posibilite el tratamiento subjetivo en aquellos casos en que esto aparece como imposible. Se trataría entonces, nuevamente, de la medicación al servicio de la subjetividad, de la posibilidad de tomar en cuenta lo que inquieta o hace pregunta al sujeto.
Además de los imperativos ya mencionados, se hizo referencia al “pensamiento positivo” (“pensar cosas positivas”, “levantar la autoestima”, “ser feliz”, etc.) que en tanto eslóganes de satisfacción narcisista pretenden anular las consecuencias subjetivas de la insaciabilidad, tal y como aparece en la actualidad, en relación a la falta de objeto. Por otro lado, numerosos ejemplos dieron cuenta en la sala de cómo en el trabajo que llevamos a cabo con niños y adolescentes se establecen diálogos inéditos con los profesionales vinculados a los casos, que dejando de lado nominaciones y objetivaciones, introducen preguntas allí donde sólo había certezas. Huyendo de la descripción fenomenológica, el psicoanalista muestra su apuesta clínica particular, en la que tiene cabida el malestar tanto del niño como de la familia, y cuestiona la estrategia de los laboratorios que degradan el diagnóstico a la categoría de una mera evaluación a partir de un cuestionario falto de todo rigor.
Nuestro debate, por supuesto, sigue abierto. Pero el encuentro del 30 de noviembre fue una vez más la valiosa ocasión de establecer un diálogo con un público de diferentes ámbitos del mundo asistencial y proveniente de otras disciplinas, cuya presencia nos enriquece y por la que estamos muy agradecidos. Fue también la ocasión de ejercer un compromiso, el de inventar fórmulas con las que, entre todos, abordar las cuestiones que se desprenden de los temas de actualidad.
Nos despedimos quedando todos convocados a continuar este diálogo abierto, y a participar en los próximos debates.

Mari Cruz Fernández y Laura Canedo

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