Sábados de la Orientación Lacaniana. El autismo, un nombre de lo real. Coordenadas para un campo
“J.-A Miller destacaba que si aceptamos la idea de que los niños autistas están
sumergidos en lo real, ellos nos enseñan algo, precisamente, sobre qué es ese real
que tratamos de explorar”.
(Éric Laurent, La batalla del autismo, Bs. As., Grama, 2013).
En la conclusión de su libro La batalla del autismo, Eric Laurent se pregunta respecto del autismo si sería “uno de los nombres de lo real en el horizonte de la experiencia analítica”. Y a continuación plantea un problema fundamental para nosotros: ¿cómo “sumergir el saber psicoanalítico en un campo donde el sujeto de la palabra está aparentemente más ausente que en ninguna otra parte”?
No se trata de una pregunta retórica: el autismo, en sí mismo, cuestiona todo saber establecido. Y el saber psicoanalítico se arriesga a ser no menos cuestionado que otros si pretende establecerse cómodamente en la comodidad de lo que supuestamente ya es sabido. De ahí que incluso aquellos conceptos que nos guían deban ser sometidos a una revisión constante, incluso los que en los últimos años nos han aportado más luces en el desafío que el autismo supone: para la ciencia ciertamente, para la política también, pero sin excluir de esto al psicoanalista, que asume la exigencia lacaniana de no retroceder ante el autismo como no debe retroceder ante la psicosis. Pero para no retroceder, en el caso del autismo, necesitamos más que nunca unas coordenadas, no sea que cuanto creamos estar avanzando estemos en realidad desandando un camino que es siempre difícil.
Así, en esta batalla, que como tal nos concierne también a nosotros en el esfuerzo por construir un saber que esté a la altura del meollo real de nuestra experiencia, ¿qué tenemos para orientarnos? Insistimos en la idea de orientación porque no es banal que Laurent se refiere aquí a un campo. En efecto, en esas manifestaciones de un real que en su diversidad parecen concernir a un significante como el de autismo, de unidad problemática pero ineludible, algo del espacio revela ser esencial. Porque nada como el fenómeno autista hace emerger, más allá del espacio al que estamos acostumbrados por habitarlo, una dimensión cercana a aquello de lo real que queremos que nos resulte pensable, al menos para hacer con él.
Ese espacio real (lo decimos a sabiendas de que la expresión tiene algo de imposible, pero en todo caso eso se trata de alcanzar mediante la topología) en el que el niño autista parece sumergido como ningún otro hablanteser, en el que traza laboriosamente lo que a veces nos parecen formas, fronteras a menudo evanescentes, otras veces dotadas de alguna permanencia, ¿osaremos decir que para nosotros tiene algunas coordenadas que nos permitan orientarnos en la práctica, que nos dan la oportunidad de estar en el lugar oportuno, de ser la superficie adecuada cuando algo llega a inscribirse? ¿Tendremos puntos de referencia que nos permitan ayudar a un sujeto a que, partiendo de un mero espacio, pueda construir cierto campo? Decir coordenadas, tratándose de algo que participa de lo real, es aquí sin duda metáfora, pero aspiramos a que algunos de los conceptos que van desgranándose de una práctica que es la nuestra se conviertan efectivamente en lo más parecido a ellas.
Del esfuerzo de Laurent por construir un campo de conceptos que diga bien dicho algo de ese espacio disperso de acontecimientos al que asistimos, extraemos pares que se oponen y que en nuestra opinión permiten situar mejor la especificidad del autismo. Tras disponerlos en una serie, nos damos cuenta, en efecto, de que el aspecto espacial está presente en todos ellos.
1. Vacío / Agujero: El sujeto autista, en su angustia y en sus esfuerzos, nos demuestra que la clínica del agujero y el tapón, que tan bien ordena otros dominios de nuestra experiencia, no está dada aquí en absoluto de entrada; y habría que ver, en todo caso, en qué condiciones puede llegar a instaurarse algo que haga sus veces. Forclusión del agujero es un término que Laurent arriesga y cuya pertinencia clínica proponemos poner a prueba en nuestra clínica. El niño autista, frente a lo que para nosotros puede ser agujero (esfínter, puerta que separa y da lugar a una pérdida, lugares en los que acostumbramos a arrojar todo tipo de restos, zonas del cuerpo que albergan recorridos e intercambios que nos parecen obvios) tropieza con algo de otra naturaleza que, precisamente, no tiene nada de natural. A lo sumo se trata de si algún artefacto puede hacer existir allí el borde, por definición nuevo, exigido para llamar situar tránsitos posibles entre un adentro y un afuera. ¿Qué podemos decir de sujetos que hayan hecho un recorrido en esta dirección, o que en él hayan fracasado?
2. Objeto informe / objeto horma (enforme): Sin posibilidad de acceder a la topología de lo éxtimo, el sujeto en el autismo sufre a veces de forma extrema las consecuencias de un objeto que, lejos de regular las mociones de su cuerpo, amenaza con destruirlo al poco que éste ha alcanzado alguna consistencia. En el otro extremo, vemos que algunos consiguen aplicar alguna forma de matriz que contiene ese objeto potencialmente letal, accediendo así a la posibilidad de que esa misma matriz ordene el mundo. Nos situamos aquí en uno de los puntos más problemáticos de la experiencia del autista, y es aquí donde un guía que siga adecuadamente al sujeto podría ser de alguna ayuda al prestarse en el momento oportuno, al ausentarse cuando su propia forma hace destacar en exceso lo amorfo que acecha, al acoger los pasos que da el sujeto en la buena dirección para que se sostengan... En suma, ¿qué dice al respecto nuestra experiencia?
3. Letra / Significante: Los límites con los que tropieza el autista en su acceso al significante y su lógica propia no deben ocultarnos la sutileza de ciertas tentativas del sujeto, que a menudo se nos escapan, concernientes a la instancia de la letra. Se trata, entonces, incluso fuera de los bordes donde una clínica del sujeto pueda llegar a perfilarse y sostenerse, de una clínica del hablaser que tiene sus modalidades, sus operaciones propias, su propia complejidad y sus vías de elaboración y progreso. La pluralidad de instancias de la letra que Laurent nos invita a considerar, la variedad de sus formas de implicar al cuerpo, en su superficie o en su movimiento, implicando o (lo más a menudo) sin implicar la dimensión de lo gráfico, abren para nosotros la posibilidad de investigar en detalle toda una serie de fenómenos que acontecen frente a nosotros y que demasiado a menudo nos confunden. Desde las errancias de un niño para el que la ciencia propone el nombre de hiperactivo, hasta los trazos sin forma con los que un papel puede llegar a perforarse, o los circuitos de todo tipo que alcanzan a veces la consistencia de un contorno, incluyendo todo lo que concierne a la dimensión del signo y se destaca de lo que es propiamente del orden significante.... el nombre de la letra nos permite, una vez más, pensar un campo en el espacio confuso de fenómenos que se nos presentan como heterogéneos. ¿Acaso no podemos, bajo este nuevo nombre, apreciar el valor de pequeños acontecimientos a los que asistimos día a día?
He aquí lo que pensamos que puede organizar un campo de experiencia y debate, campo que os invitamos a compartir, con vuestras aportaciones en forma de trabajos, pero también, sobre todo, con vuestra presencia y vuestra participación activa en la discusión.
Comisión de organización: Begoña Ansorena, Enric Berenguer (responsable), Elizabeth Escayola y Marta Serra.
PROGRAMA
9.30 Recepción
10.00 Bienvenida. Margarita Álvarez, Directora CdC-ELP
10.05 Primera mesa
Siguiendo el hilo de Ariadna, por Leonora Troianovski
El remedio de Darío, por Begoña Ansorena
Discutidores: Lucía D’Angelo y Rosa M. Calvet
Coordina: Enric Berenguer
11.40-12.00 Pausa café
12.00 Segunda mesa
El “no” de Lluís, por Cecilia Hoffman
Interpretación del analista y tratamiento del goce en un caso de autismo, por Gracia Viscasillas
Discutidores: Hebe Tizio y José Ramón Ubieto
Coordina: Elizabeth Escayola
13.40 Conclusiones. Enric Berenguer
13.55-14.00 Clausura. M. Àngela Gallofré, Secretaria Sede de Tarragona de la CdC-ELP
sumergidos en lo real, ellos nos enseñan algo, precisamente, sobre qué es ese real
que tratamos de explorar”.
(Éric Laurent, La batalla del autismo, Bs. As., Grama, 2013).
En la conclusión de su libro La batalla del autismo, Eric Laurent se pregunta respecto del autismo si sería “uno de los nombres de lo real en el horizonte de la experiencia analítica”. Y a continuación plantea un problema fundamental para nosotros: ¿cómo “sumergir el saber psicoanalítico en un campo donde el sujeto de la palabra está aparentemente más ausente que en ninguna otra parte”?
No se trata de una pregunta retórica: el autismo, en sí mismo, cuestiona todo saber establecido. Y el saber psicoanalítico se arriesga a ser no menos cuestionado que otros si pretende establecerse cómodamente en la comodidad de lo que supuestamente ya es sabido. De ahí que incluso aquellos conceptos que nos guían deban ser sometidos a una revisión constante, incluso los que en los últimos años nos han aportado más luces en el desafío que el autismo supone: para la ciencia ciertamente, para la política también, pero sin excluir de esto al psicoanalista, que asume la exigencia lacaniana de no retroceder ante el autismo como no debe retroceder ante la psicosis. Pero para no retroceder, en el caso del autismo, necesitamos más que nunca unas coordenadas, no sea que cuanto creamos estar avanzando estemos en realidad desandando un camino que es siempre difícil.
Así, en esta batalla, que como tal nos concierne también a nosotros en el esfuerzo por construir un saber que esté a la altura del meollo real de nuestra experiencia, ¿qué tenemos para orientarnos? Insistimos en la idea de orientación porque no es banal que Laurent se refiere aquí a un campo. En efecto, en esas manifestaciones de un real que en su diversidad parecen concernir a un significante como el de autismo, de unidad problemática pero ineludible, algo del espacio revela ser esencial. Porque nada como el fenómeno autista hace emerger, más allá del espacio al que estamos acostumbrados por habitarlo, una dimensión cercana a aquello de lo real que queremos que nos resulte pensable, al menos para hacer con él.
Ese espacio real (lo decimos a sabiendas de que la expresión tiene algo de imposible, pero en todo caso eso se trata de alcanzar mediante la topología) en el que el niño autista parece sumergido como ningún otro hablanteser, en el que traza laboriosamente lo que a veces nos parecen formas, fronteras a menudo evanescentes, otras veces dotadas de alguna permanencia, ¿osaremos decir que para nosotros tiene algunas coordenadas que nos permitan orientarnos en la práctica, que nos dan la oportunidad de estar en el lugar oportuno, de ser la superficie adecuada cuando algo llega a inscribirse? ¿Tendremos puntos de referencia que nos permitan ayudar a un sujeto a que, partiendo de un mero espacio, pueda construir cierto campo? Decir coordenadas, tratándose de algo que participa de lo real, es aquí sin duda metáfora, pero aspiramos a que algunos de los conceptos que van desgranándose de una práctica que es la nuestra se conviertan efectivamente en lo más parecido a ellas.
Del esfuerzo de Laurent por construir un campo de conceptos que diga bien dicho algo de ese espacio disperso de acontecimientos al que asistimos, extraemos pares que se oponen y que en nuestra opinión permiten situar mejor la especificidad del autismo. Tras disponerlos en una serie, nos damos cuenta, en efecto, de que el aspecto espacial está presente en todos ellos.
1. Vacío / Agujero: El sujeto autista, en su angustia y en sus esfuerzos, nos demuestra que la clínica del agujero y el tapón, que tan bien ordena otros dominios de nuestra experiencia, no está dada aquí en absoluto de entrada; y habría que ver, en todo caso, en qué condiciones puede llegar a instaurarse algo que haga sus veces. Forclusión del agujero es un término que Laurent arriesga y cuya pertinencia clínica proponemos poner a prueba en nuestra clínica. El niño autista, frente a lo que para nosotros puede ser agujero (esfínter, puerta que separa y da lugar a una pérdida, lugares en los que acostumbramos a arrojar todo tipo de restos, zonas del cuerpo que albergan recorridos e intercambios que nos parecen obvios) tropieza con algo de otra naturaleza que, precisamente, no tiene nada de natural. A lo sumo se trata de si algún artefacto puede hacer existir allí el borde, por definición nuevo, exigido para llamar situar tránsitos posibles entre un adentro y un afuera. ¿Qué podemos decir de sujetos que hayan hecho un recorrido en esta dirección, o que en él hayan fracasado?
2. Objeto informe / objeto horma (enforme): Sin posibilidad de acceder a la topología de lo éxtimo, el sujeto en el autismo sufre a veces de forma extrema las consecuencias de un objeto que, lejos de regular las mociones de su cuerpo, amenaza con destruirlo al poco que éste ha alcanzado alguna consistencia. En el otro extremo, vemos que algunos consiguen aplicar alguna forma de matriz que contiene ese objeto potencialmente letal, accediendo así a la posibilidad de que esa misma matriz ordene el mundo. Nos situamos aquí en uno de los puntos más problemáticos de la experiencia del autista, y es aquí donde un guía que siga adecuadamente al sujeto podría ser de alguna ayuda al prestarse en el momento oportuno, al ausentarse cuando su propia forma hace destacar en exceso lo amorfo que acecha, al acoger los pasos que da el sujeto en la buena dirección para que se sostengan... En suma, ¿qué dice al respecto nuestra experiencia?
3. Letra / Significante: Los límites con los que tropieza el autista en su acceso al significante y su lógica propia no deben ocultarnos la sutileza de ciertas tentativas del sujeto, que a menudo se nos escapan, concernientes a la instancia de la letra. Se trata, entonces, incluso fuera de los bordes donde una clínica del sujeto pueda llegar a perfilarse y sostenerse, de una clínica del hablaser que tiene sus modalidades, sus operaciones propias, su propia complejidad y sus vías de elaboración y progreso. La pluralidad de instancias de la letra que Laurent nos invita a considerar, la variedad de sus formas de implicar al cuerpo, en su superficie o en su movimiento, implicando o (lo más a menudo) sin implicar la dimensión de lo gráfico, abren para nosotros la posibilidad de investigar en detalle toda una serie de fenómenos que acontecen frente a nosotros y que demasiado a menudo nos confunden. Desde las errancias de un niño para el que la ciencia propone el nombre de hiperactivo, hasta los trazos sin forma con los que un papel puede llegar a perforarse, o los circuitos de todo tipo que alcanzan a veces la consistencia de un contorno, incluyendo todo lo que concierne a la dimensión del signo y se destaca de lo que es propiamente del orden significante.... el nombre de la letra nos permite, una vez más, pensar un campo en el espacio confuso de fenómenos que se nos presentan como heterogéneos. ¿Acaso no podemos, bajo este nuevo nombre, apreciar el valor de pequeños acontecimientos a los que asistimos día a día?
He aquí lo que pensamos que puede organizar un campo de experiencia y debate, campo que os invitamos a compartir, con vuestras aportaciones en forma de trabajos, pero también, sobre todo, con vuestra presencia y vuestra participación activa en la discusión.
Comisión de organización: Begoña Ansorena, Enric Berenguer (responsable), Elizabeth Escayola y Marta Serra.
PROGRAMA
9.30 Recepción
10.00 Bienvenida. Margarita Álvarez, Directora CdC-ELP
10.05 Primera mesa
Siguiendo el hilo de Ariadna, por Leonora Troianovski
El remedio de Darío, por Begoña Ansorena
Discutidores: Lucía D’Angelo y Rosa M. Calvet
Coordina: Enric Berenguer
11.40-12.00 Pausa café
12.00 Segunda mesa
El “no” de Lluís, por Cecilia Hoffman
Interpretación del analista y tratamiento del goce en un caso de autismo, por Gracia Viscasillas
Discutidores: Hebe Tizio y José Ramón Ubieto
Coordina: Elizabeth Escayola
13.40 Conclusiones. Enric Berenguer
13.55-14.00 Clausura. M. Àngela Gallofré, Secretaria Sede de Tarragona de la CdC-ELP
CALENDARIO
Las plazas son limitadas por lo que es necesario inscribirse. Se reservarán por orden de inscripción.Participación en los gastos de 10 euros para no miembros de la ELP ni socios de sus sedes.
BOLETÍN DE INSCRIPCIÓN
Nombre y apellidos__________________________________________________________
Dirección____________________________________________________________________
Código Postal__________________________ Población____________________________
Teléfono_______________________________e-mail________________________________
Transferencia bancaria a: «La Caixa»: 2100 1302 82 0200378456 (hasta el 23 de octubre de 2013)
Indicar nombre y apellidos de la persona que se inscribe.
Enviar boletín de inscripción junto con el comprobante bancario a la CdC-ELP.
E-mail: cdcelp@ilimit.es
Correo postal: Diagonal 333, 3º 1ª. 08037 Barcelona. Transferencia bancaria a: «La Caixa»: 2100 1302 82 0200378456 (hasta el 23 de octubre de 2013)
Indicar nombre y apellidos de la persona que se inscribe.
Enviar boletín de inscripción junto con el comprobante bancario a la CdC-ELP.
E-mail: cdcelp@ilimit.es
Correo postal: Diagonal 333, 3º 1ª. 08037 Barcelona.
- Horario
- A determinar