Alocuciones institucionales
Alocución de la directora entrante, Shula Eldar
Preparé unas palabras para decirles en esta ocasión; será algo bastante breve.
Cuando decidí presentar mi candidatura a la Dirección de esta Comunidad lo hice, evidentemente, por elección y responsabilidad propias y también, me parece importante señalarlo, por amor a la Escuela. Un poco de amor, no demasiado.
La construcción de esta Escuela ha tenido un lugar importante para mí. Si la contribución a su progreso requiere un deseo decidido, como lo llamamos, requiere además, una disponibilidad para hacer un trabajo junto con los colegas, tanto en momentos de entusiasmo como en situaciones muchas veces difíciles y complejas. Este trabajo ha sido en mi experiencia el aliciente de un formación continuada.
El resultado de la votación muestra que la Junta entrante cuenta mayoritariamente con vuestra confianza.
Antes que nada quiero agradeceros, con mucha emoción y afecto, por este resultado que nos dará una nueva oportunidad, ya que desde la dirección de la CdC y junto a la nueva Junta, podremos seguir insistiendo en nuestro proyecto; podremos perseverar con todos vosotros en desarrollar el programa del psicoanálisis; el que está escrito en los textos y el que sigue escribiéndose que hay que hacer funcionar en la práctica.
Perseverar no es una palabra inapropiada para decir lo incurable. Recuerdo que Lacan la utilizó en una ocasión al menos (en 1980); no en el sentido del automaton rutinario, sino para indicar con ello un empeño indestructible en mantener el rumbo que nos dicta nuestro discurso y así, aprendiendo de los “embrollos”, como dice él, intentar responder a las opacidades de los tiempos que corren…
Cuando decimos “responder” nos referimos a respuestas que, eso es seguro, no tienen ninguna afinidad con la lógica de la compensación generalizada en boga en este momento en cuanto a la manera de tratar los “conflictos actuales”, - como los llamaba Freud -; es decir, los síntomas contemporáneos. No creo que nosotros hayamos practicado ni promovido nada semejante.
Esta lógica de la compensación, ella sí, da como resultado una “tendencia terapeutizante” que se prende a ideologías y de signos muy dispares. Hoy en día cada uno parece tener derecho a reclamar una retribución por su “minusvalía” particular. Responder a una reclamación, - esto es solo una forma posible de las múltiples declinaciones de la demanda-, es una forma de preservar la unidad del yo y el yo es siervo de los ideales por más que éstos sean confusos y más o menos suberráneos.
En parte por esto, nuestra época es desfavorable al psicoanálisis; no es que simplemente suspenda su juicio respecto a los efectos del inconsciente. Nada tiene la posición general respecto al psicoanálisis de comparable a la epojé en el sentido en que los escépticos la usaron para expresar una actitud (de distancia) respecto al problema del conocimiento. Por el contrario, y esto en el mejor de los casos, la época considera hoy a la experiencia analítica como algo que conviene desestimar y acallar por no acomodarse al discurso común que presiona por respuestas inmediatas; es una falta de “neutralidad” respecto al psiconálisis y al psicoanalista que, a diferencia del “ne-uter” del analista al cual se hae referencia en: “El psiconálisis y su enseñanza”, no da ningún lugar a la palabra.
Precisamente, lo que el psicoanálisis nos enseña, es que ir a contracorriente del discurso común no tiene porqué ser desfavorable a la emergencia del deseo, por el contrario, conviene al mensaje del inconsciente.
“Discours courant”, “discurso corriente” que Lacan en “La tercera” transforma en “disque ours courant”, una forma de discar, de tocar las teclas, que llama a la contra experiencia.
¿Qué significa hacer una contra experiencia?
No es borrar, ni renegar de lo hecho; es, a mi entender al menos, someter a la experiencia de manera sostenida y repetidamente a un examen crítico que la pone al día. La pone al día; es decir, que permite dar un paso más. “Si per-se-vero, es que la experiencia hecha llama contra experiencia que compensa.”, decía Lacan.
Freud escribió algunos de sus grandes textos en tiempos de inadecuación y de grandes desarreglos. El perseveró en su relación con el inconsciente y Lacan retornó a Freud con el objetivo de rescatar a la relación con el inconsciente del olvido. Miller retomaba hace unas semanas, al comienzo de su Curso de este año un breve texto de Freud, - contemporáneo de “Análisis finito e infinito” - , escrito cuando Freud ya era cronológicamente un octogenario. Podemos apreciar que la relación con el inconsciente, como lo prueba irrefutablemente la vivacidad del texto, desconoce el tiempo.
¿Qué es lo que orienta la puesta al día del psicoanálisis?
No es desde luego lo que exige el discurso del Amo; está bien que no cesemos de recordárnoslo a condición de que no cesar de recordárnoslo no se convierta en una orientación. Lo que nos orienta es la exigencia lógica de la que depende nuestra práctica, la pura y la aplicada cuya distinción no es esencial ya que en ambos casos se trata de la aplicación del psiconálisis al síntoma; lo señalaba Lucía D’Angelo.
Nuestro discurso es un discurso en movimiento y esto ¿qué significa? Significa, por ejemplo, que realizamos una exploración continuada por la vía de la clínica; que articulamos estas exploraciones por medio de elucubraciones, sueños, a los que denominamos epistémicos.
Recordé que Freud había invocado respecto a lo que no es fácil de responder la intervención de la bruja, lo hacía en “Análisis finito e infinito”. “Es preciso que intervenga la Bruja”, decía. “La bruja metapsicología…Sin un especular y un teorizar metapsicológicos – a punto estuve de decir fantasear –no se da aquí ni un solo paso adelante.”
Procuraremos, entonces, dar un poco de lugar a los sueños.
Nuestra Escuela, la ELP, - todos uds. lo saben -, tiene la base de operaciones en sus Sedes. Se localiza allí.
Son ellas el lugar donde se implementan de hecho las políticas definidas para la Escuela Una, por sus instancias responsables, desde la orientación lacaniana.
La vida de la Comunidad se desarrolla en un lazo que llamamos transferencia de trabajo.Este lazo se sostiene y se mantiene por la vía de la presencia efectiva de los colegas. La CdC, (Barcelona y Tarragona) ha tenido y sigue teniendo un papel relevante, por la implicación de sus miembros, en la construcción de la Escuela y de la AMP. Fue siempre, es verdad, en las diversas versiones asociativas que se han sucedido, la comunidad más numerosa y lo sigue siendo también a día de hoy.
El número de miembros y de socios, el “factor cuantitativo” libidinal en el sentido freudiano si quieren, se ha visto incrementado en el último año y medio y estoy segura que seguirá en esa dirección. Este es un dato al que quiero dar toda su importancia. Lo tomo como una interpretación de la Escuela, en el sentido de un querer, querer participar en el trabajo cotidiano pero más que nada en un querer formalizar el compromiso con una Escuela que se asienta sobre un fundamento, que ella continúa transmitiendo: la formación de los analistas en la experiencia y con ello transmite la esperanza de que sigamos haciendo aflorar la transferencia.
El pase ha ido dando sus resultados.
Por eso es muy importante el acento que pongamos sobre ello. La experiencia de un psicoanálisis se redobla con la experiencia del pase cuya vocación es ser una elucubración de saber sobre el deseo del analista, un deseo cuya estructura no es aún conocida, señalaba Miller en el primer curso de este año. Y, sin embargo, podemos afirmar que es el deseo del analista que opera en la dirección de la cura. Habrá que hacer todo lo posible para animar un debate interno sobre la clínica y lo que allí resiste.
Los colegas que nos precedieron, la Junta saliente: Antoni Vicens, Rosa Calvet, Miriam Chang, Eduard Gadea y Joan Gibert nos dejan una comunidad bien organizada y puesta al trabajo; colaborando intensamente en la preparación de próximos eventos; el Encuentro Pipol 4, por ejemplo.
Nos deja también un proyecto de Biblioteca on-line muy importante y necesario que el Consejo anterior aprobó y que habrá que poner en marcha.
Disponemos de un fondo bibliográfico muy rico para su uso por el mayor número de interesados posible.
Tenemos una revista que es, además de un objeto agalmático, uno de nuestros medios de difusión que goza de mucho reconocimiento. Sabemos muy bien el valor que puede tener un texto escrito para que se produzca la chispa del encuentro con el psicoanálisis. La página web en este sentido tiene también una enorme utilidad y poder.
Agradezco a los colegas que forman parte de la Junta saliente y a todos los que participaron en las diferentes comisiones por impulsar el trabajo y por el buen clima que han logrado crear.
La Escuela es el lugar de referencia para las personas que se están formando. Tiene una puerta abierta a los que comienzan a interesarse por el psicoanálisis. Muchos de ellos no se resignan a renunciar a su deseo de saber e intentan huir de los discursos banales. Con este talante se acercan a nosotros. Disponemos de instrumentos que permiten conducir un debate en términos que sin ser ilegibles, tampoco renuncian al rigor. Se ha demostrado que somos capaces de encontrar las palabras. No nos alienamos a otros lenguajes pero debemos seguir insistiendo en transmitir bien en el nuestro. Esa también es una tarea infinita.
La nueva Junta se pondrá al trabajo inmediatamente.
Juan Ramón Lairisa se hará cargo de la dirección de la Biblioteca; Gabriela Galarraga de la dirección de la revista Freudiana; Laura Canedo de la Secretaría y la Tesorería y Marcelo Curros de la página web. Se sumará con toda probabilidad Gemma Ribera, pero hay que esperar a la reunión institucional del viernes en Tarragona, a la que voy a asistir.
Todos los miembros elegidos para la Junta me han manifestado su entusiasmo. Yo también me alegro mucho de tener la oportunidad de compartir con ellos el trabajo que nos espera y sobre el que iremos haciendo partícipes a todos.
Con esta intención pragmática acabo.
Podemos felicitar a la Junta saliente por la tarea realizada y desearnos a los que tomamos el relevo muy buena suerte!