Alocuciones institucionales
Alocución del director saliente, Eugenio Díaz
Esta alocución está en serie con la que hice en la reunión institucional del 16 de octubre de 2012, se hace eco de la conversación que se produjo en la del 11 de diciembre, a partir de la falta de candidaturas suficientes para la permutación de la Junta, y retoma la alocución entrante de diciembre de 2010.
Han pasado dos años y un poco, desde que fue elegida, en una asamblea parecida a esta, la nueva Junta directiva de la Comunidad de Catalunya de la ELP y a mí como Director de ella.
Han pasado dos años desde que, para finalizar la alocución que hice como Director entrante, señalé que junto con los compañeros de la Junta y de todos vosotros, trataríamos de “hacer de la Escuela un lugar vivo. Un lugar de pase, de lo que sabemos y lo que no sabemos, de lo que nos interroga. Un lugar de encuentros, donde aprender unos de otros”.
Hoy se, un poco más, que este deseo, que esta orientación, requiere de algo más que de buenas voluntades, que no por enunciarlo se produce. Aún más, que el hecho de que ocurra una vez, alguna vez, no garantiza que vuelva a ocurrir. Que hacer de la Escuela un lugar vivo, de pase, se sostiene día a día, en cada actividad, conversación, reunión, presentación, publicación o espacio de enseñanza. Que no hay garantía del acto sino es por sus consecuencias.
Y también he podido comprobar que los finales, tienen mucho que ver con los inicios.
Dije en aquella ocasión sobre la particularidad con la que nacía la Junta, no cubiertas todas sus vacantes, que: “...a este hecho, no era ajeno mi posición que osciló entre hacer lo que conviene hacer, un equipo –lo que se había convertido para mí en un imperativo-, y a partir del encuentro con algunas respuestas, dejar que apareciera el deseo posible de cada uno, no suturando lo que podríamos ubicar del lado del síntoma: incluso más que el silencio, un vínculo débil con la política de la Escuela, No de todos, pero no de pocos”.
“Quizás esta contingencia, continuaba, sea la oportunidad de reconvertir este débil -que toma la forma de dejar las cosas en manos de otros, de dejar caer la cuestión política, hasta la presencia misma- en lo que Miller llama “...hacer la conversación de los débiles: discutir, deliberar, charlar…que remite a un inconsciente que es el de los equívocos de la lengua propia.”
El hecho de que en el tiempo de la permutación actual, aumentarán el número de vacantes sin cubrir, señala me parece, que esta cuestión sigue hoy vigente. Que continua vigente, aún más si cabe, la pregunta de cómo hacer la conversación de los débiles, es decir la que se hace a partir de los equívocos de la lengua propia, por tanto de la lengua de la que cada uno de hace responsable.
Una lógica se puede leer en el vacío de propuestas a las instancias directivas, que no en el vacío de participación en actividades. Y si bien esta lógica es a discernir, no quiero dejar de señalar una cuestión, entre las muchas que me ha evocado esta ausencia, este tiempo: la cuestión de la autorización. Autorizarse en el acto es consecuencia de algunas destituciones orientadas, en eso los tiempos son subjetivos. Ahora bien el tiempo de la subjetividad y el de la Escuela no necesariamente coinciden, y no por ello Melancolía”.
De hecho, que hoy procedamos a la permutación, y que en la reunión del 11 de diciembre pasado, la presencia fuera masiva y las palabras dichas verdaderas cuestiones, dice también de la existencia de una transferencia de trabajo, y de la existencia de practicantes que no quieren dejar de ser analizantes. Es decir que se sienten concernidos desde la encrucijada de su síntoma y de su goce, por la causa analítica.
El vínculo débil y la encrucijada del síntoma de cada uno, se anudan hoy para seguir trabajando por la causa, aunque desde luego no sólo desde las instancias.
Por tanto la conversación prosigue. No puede ser de otro modo, pues la cuestión no evoca la solución, sino una brecha abierta donde seguir, aún, diciendo sobre eso que no puede cerrarse del todo.
Estos dos años no han sido sin consecuencias para mí. En lo más personal, sin duda, en mi relación con la causa analítica y con la Escuela que la habita, en mi vínculo con los colegas.
No ha sido sin consecuencias, por ejemplo, descubrir que cada una de las palabras que nombra la función de Director de la Comunidad de Catalunya de la ELP, y miembro de una Junta directiva, no están dichas del todo de antemano. Incluso aunque formalmente estén escritas, es necesario construirlas, reconstruirlas, en cierto modo inventarlas.
Descubrir, que no está dicho del todo qué es dirigir, ¿qué se dirige?, por ejemplo. Ni, tampoco de qué comunidad se trata, de qué común se trata. Qué común!, si sabemos de la no proporción sexual.
Ni qué es una Comunidad, en concreto la de Catalunya, en la ELP hoy, en la AMP.
Eso es lo vivo. Eso es lo apasionante. Que hay algo por construir. Lo que para mí y me consta que para otros muchos, aún mueve el deseo.
Y es por eso que la Junta entrante contará con nuestro apoyo, el mío y el de la Junta que hoy termina sus funciones. Aunque no del todo, pues también hemos aprendido que la política es la trasmisión.
Por último los agradecimientos.
Quiero agradecer en primer lugar a mis compañeros de junta -Ricard Arranz, Isabelle Durand, Mario Izcovich, Josep Sanahuja- este tiempo compartido. Este tiempo en el que hemos construido -con idas y venidas por supuesto- una orientación, un modo de proponer y de hacer.
De ellos, he aprendido uno por uno, desde el riesgo, hasta la firmeza, desde la tranquilidad hasta la precipitación, en concordancia o discrepancia, en los momentos más complicados y en lo más livianos, y desde el afecto, que el acto, aún siendo del orden de una soledad, no es sin los otros. Que condescender al deseo, si bien nunca es un deseo puro, incluye al otro del amor.
Gracias, por ello.
Agradecimiento también a lo colegas, que han, que habéis participado en las comisiones, en las actividades, que nos habéis hecho llegar propuestas, críticas e ideas. Eso conforma la Escuela, eso es la Escuela. Un lugar de enunciaciones donde las soledades se encuentran para una política del psicoanálisis que no cede su lógica subversiva.
Seguimos, ahora de otro modo, desde otro lugar.